jueves, 6 de enero de 2011

Los bazares chinos sí pagan impuestos


El acuerdo entre España y China es de “doble imposición” y permite tributar en uno u otro país

ACN Press.-
Los bazares chinos sí pagan impuestos tal y como corresponde a cualquier actividad económica que se desarrolle en todo el territorio nacional. Lo afirma el director general de la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, Vicente Dorta, que explica que “toda empresa que se abra en Canarias tiene que pagar todos los impuestos que corresponde por esa apertura”.

Cae así una leyenda urbana que se ha extendido casi al mismo ritmo que los comercios regentados por ciudadanos orientales. Entre los mitos que han proliferado está al que hace referencia Luis Sánchez de Movellán de la Riva, miembro de la Sociedad Cántabra de Escritores, en un artículo publicado en el diario Montañés el 7 de enero de 2009 en el que afirma que los acuerdos entre España y la República Popular China permite que los ciudadanos chinos “no paguen impuestos durante siete años. Transcurrido este plazo estos mismos ciudadanos chinos pueden traspasarles sus negocios a otros ciudadanos chinos, montar otros negocios y unos y otros no pagar impuestos durante otros siete años”.

Lo cierto es que existe un acuerdo entre España y China firmado el 22 de noviembre de 1.990 en Pekín. Sin embargo, se trata de un acuerdo “para evitar la doble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de impuestos sobre la renta y el patrimonio”. Acuerdo publicado por el Boletín Oficial del Estado (BOE) en su número 152 con fecha 25 de junio de 1992. Un texto de seis folios en los que no aparece ninguna referencia a los siete años de exención tributaria.

En este sentido, el director general de la Cámara de Comercio recuerda que “con muchos países hay un acuerdo de doble imposición que si estás trabajando en China y en España esa imposición la pagas en España o la pagas en China” y añade, “lo que está claro es que los chinos tiene que pagar y cumplir los mismos derechos que las empresas canarias. La excepcionalidad puede venir en que si se pagan en España ya no tienen que pagarlos en China pero siempre tiene que pagar”.

La libre competencia y el mercado agresivo que ejercen estos establecimientos han despertado cierto malestar entre los comerciantes tradicionales. Sin embargo, el propio Dorta apunta a que “la globalización lleva a tener este tipo de ciudadanos que tiene un contacto muy directo con fabricantes y consiguen unos precios muy competitivos”.

La alternativa, afirma, está en “intentar ofertar un comercio cercano, la atención, el servicio y la calidad” para marcar en el consumidor la distancia entre productos económicos pero con discutible calidad y los productos tradicionales con una “atención al cliente después de la venta”.

“Quienes han viajado a China, o a Asia” continúa Dorta, “han visto que se trata de una cultura donde el trabajo lo ocupa todo y el concepto de ocio y descanso prácticamente no existe”. La fórmula parece que pasa por adaptarse a los nuevos mercados y convencer con la calidad.

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